lunes, 18 de abril de 2011

Capítulo 5: De regreso al Hogar.



El frío viento de invierno recorría todos los rincones de aquel edificio. La chica se aferraba más aún a su chaqueta, pero el frío aún así la hacía tiritar brevemente.

Esperaba hace más de una hora la llegada de Jeremy; su amigo, pero este aún no daba señales de vida. Sentada en la recepción, en uno de aquellos asientos duros que, si estabas más de media hora en una sola posición, te llegaba a doler todo el cuerpo. No podía controlar su tic nervioso, de vez en cuando su pie derecho golpeaba al suelo, haciendo más aún crecer la ansiedad de ella.

La puerta de vidrio casi transparente estaba abierta de par en par, dejando entrar con obviedad, las brisas frescas de un invierno que a lejos se veía helado.

De vez en cuando, y con el simple hecho de distraerse, miraba como la nueva secretaria de George se movía de un lado hacia el otro, haciendo y deshaciendo asuntos que el mismo George le encomendaba.

En eso estaba cuando, desde las afueras del edificio, una figura delgada subía los pequeños escalones e ingresaba con ímpetu las puertas ya abiertas. Se agitó los cabellos negros con la mano que tenía libre y comenzó a mirar hacia ambos lados, encontrándose con la mirada asombrada de Emily. Caminó hacía ella con rapidez.

- No te veo en dos semanas y ya haz cambiado tu look-. Comentó ella, luego de soltarlo tras un largo abrazo.

- Sabes que no puedo estar del mismo modo cada cierto tiempo-. Le respondió Jeremy, encogiéndose levemente de hombros.- ¿Me demoré mucho?-.

Emily revolvió los ojos.

- Creo que para ti una hora no atraso-. Le regañó ella, colocando los brazos alrededor de su cintura.

- Pasé a comprarle algo a los niños… que, no me dirás que no iba a llegar con las manos vacías-.

Ella le sonrió.

Sabía que Jeremy no podía dejar de consentir a sus sobrinos… era casi como una obligación para él. Conversaron un poco más, hasta que a ambos se les vino a la cabeza la bendita reunión con George. Caminaron hacia la recepción, para que la chica que ahí se encontraba le avisara a George que ya habían llegado.

- Disculpe…-. Dejo al aire la frase Jeremy

- Belén-. Completó con simpleza la chica, un tanto cohibida por la presencia de Jeremy.

- Muy bien… Belén, podría decirle al Sr. Dickson que Emily y Jeremy ya llegaron, ¿por favor?-. Espetó con cortesía, esbozando luego una sonrisa que hizo a la chica sonrosar. La chica se paró de golpe del escritorio y avanzó hacia la puerta.

- Siempre espantando a las chicas-. Susurró Emily, con un tomo burlón en su voz. El eludido la miró con el ceño fruncido.

- Sabes que a mi no se me da con las mujeres-. Instó defendiéndose.

Emily no pudo contener la risa.

- Mejor vamos, que George me asesinará por haber llegado tarde-. Comentó ignorando por completo el ataque de risa de Emy.

Ambos caminaron hacia la puerta, una vez que la recepcionista volvía desde allá.

- ¡Chicos!, por fin llegan-. Exclamó gustoso George, parándose detrás de su escritorio y estirando la mano en señal de saludo.- Tomen asiento, por favor…-. Agregó luego, dejando de lado el puro que tenía en su boca… dejándolo consumirse en el cenicero.

- Gracias Sr. Dickson-. Dijo con cortesía Emily, sentándose a la par que con los dos hombres.

- Dejemos las formalidades para otra ocasión-. Espetó en cambio el nombrado, con cierta gracia en la voz.

- Muy bien, George-. Recalcó Jeremy, tragándose las risas.- ¿Para que somos buenos?-.

El hombre se removió de su sillón, una… dos veces y suspiró sonoramente. Se le veía un poco complicado.

- Verán… la sesión de España, pues me ha dejado conforme-. “¿Conforme?”, interrogó mentalmente Emily. “Yo la llamaría esplendorosa, ¡maravillosa!... pero, ¿conforme?, puff”.- La cosa es… la portada de este mes debe ser algo… algo más llamativo para la gente que compra nuestra revis…

- Al grano George-. Espetó de no muy buen modo Emily, exaltando a su compañero, quien estaba a su constado.

El nombrado le sonrió.

- Necesito más fotografías-. Claro y conciso.

Ambos fotógrafos se miraron asombrados. ¿Era lo que de verdad oían?

- ¿Perdón?-. Preguntó incrédula la chica

- Lo que oyen-. Le respondió George, echándose hacia atrás en su silla movible.- Miren… se que suena ilógico, pero con la sinceridad que de esta boca suele salir les digo que… que la revista no necesita este tipo de fotografías. No para este mes-.

Solo respira, no hables. Solo respira”. Se recordaba Emily, tratando de atraer a ella la poca paciencia que aún le quedaba

Y no era para menos reaccionar así. Nunca había recibido reclamo alguno en contra de su trabajo, pero mayor aún era su molestia ya que había desperdiciado semanas en donde, no estuvo con su familia, alejada completamente de lo único por lo cual aún seguía en este mundo. ¿Pero que le importaba a aquel hombre que solo se la apasta sentado ahí?. Se regañó por ser tan egoísta y por solo pensar en sí misma. “Una más, y renuncio”, pensó decisiva.

- ¿Qué propones entonces?-. Interrogó Jeremy, tratando de mantener la paz entre ellos.- Dimos George-.

Bajó la mirada hacia el piso, aún balanceándose en su sillón de cuero negro. Tratando de encontrar algo relativamente conveniente

- Una mirada más, más hogareña… ¡NO!, mas bien simple pero que a la vez se vea extravagante-. Sugirió el hombre, extasiado por las ideas que rebotaban por su cabeza.- Me encantaría… Los Ángeles-.

El cuerpo de Emily se tenso en una sola línea. De todos los trabajos que pudo haber tomado, y de todos a los cuales había rechazado por quedarse en ese [por que específicamente le prometían los viajes hacia distintas ciudades] simplemente no lo creía.

Jeremy sintió como su amiga, a un costado de él, comenzaba con pequeños apretones en su mano.

- ¿Los Ángeles?-. Preguntó Jeremy, sintiéndose en la obligación de hablar por Emily.

- Claro, ¿Por qué no?... ¿acaso hay algún problema?-.

- No-no hay ninguno-. Saltó diciendo Emily, antes de que su amigo protestara.- No lo hay-. Les sonrío a ambos con una falsa mueca.

- No se preocupen por nada chicos. Le daré instrucciones para que mi secretaria les tenga listo el avión mañana en la madrugada, ya después…-. Hablaba de una forma tan rápida que a Emily poco se le hacía entender lo que él pronunciaba. Era una pequeña migraña en figura humana.

Arreglaron un par de asuntos más relacionados con el sorpresivo viaje y se retiraron del edificio.

El pleno apogeo de silencio, tanto Emily como Jeremy no sabían que hablar. Ella no quería volver a hablar del mismo asunto una vez más… y él no quería ser imprudente y tocar ese asunto. Pero debía hacerla hablar.

- ¿Estas bien?-. Le preguntó Jeremy a ella, ya acompañándola al su auto. Se apoyó en el marco de la ventana y la observó.

- Solo… solo déjame almacenarlo en el cerebro y te llamo-. Dijo tratando de encontrarle la gracia a sus palabras, esbozando una tosca sonrisa.- Estaré bien Jery-.

- Iré detrás de ti en mi auto… si pasa algo solo detente, ¿si?-. Asintió afirmativamente, con la cabeza gacha.

Se acercó un poco más a Emy y le besó la frente cariñosamente.

Lo que no sabía Jeremy es que lo que de verdad sentía Emily desde sus entrañas. Tantas evasivas por no ir a aquel sitio, tantas luchas por que su madre no diera con su paradero o más bien… encontrarse con aquella persona que aún estaba en el fondo de su corazón. Se sentía tan idiota por tan solo pensarlo, sabía que el ya no vivía ahí. El debería estar feliz de la vida con su familia, con SUS hijos y con SU esposa.

Era tan autodestructiva que le causaba placer cada vez que se lo recordaba. Solo una pequeña nota para nunca más olvidar.

Pensando en aquellas cosas fue que ha, marcha lenta, llegó a su casa. Se quedó un poco más de tiempo en el auto, con la frente en el volante y sus pensamiento a mil por ciento.

Sintió un pequeño golpecito en la ventana. Sin quitar la cabeza desde el manubrio miró hacia izquierda.

- ¡Vamos!-. Gritó desde la calle Jeremy, en un esfuerzo por que ella le escuchara, pero más era para saber si aún estaba bien.

Desganchó la llave desde la cerradura, abrió la puerta antes de haber tomado grandes bocanadas de aire y descendió desde el auto. A los segundos se le unió Jeremy a su costado, abrazándola por los hombros. Fundiéndole apoyo.

- Relájate, ¿ok?-. Susurró animadamente él. Ella asintió levemente, sonriéndole a penas.

Abrió la puerta de la casa y dejó entrar primero a Jeremy.

Los niños no habían ido a la escuela por algo que había pasado en el establecimiento… por lo que Matt había quedado a cargo de ellos.

- ¡Nadie viene a saludar al tío Jeremy!-. Gritó él, en dirección hacia la escalera. Momentos escasos después, apareció el primero de los dos pequeños.

- ¡Yiyi!-. Gritó entusiasmado Nick, bajando a paso rápido por las escaleras, lanzándose luego a los brazos de quien había hecho la llamada.- ¿Cuándo llegaste?-.

- En la mañana-.

- ¿Tu hermana?-. Le preguntó Emily a su retoño. Este la miro de inmediato.

- Sigue con su casita-. Dijo con una mueca en el rostro. Su madre le sonrió.-… no hay quien la saque de ahí-. Le comentó mirando al hombre que aún lo tenía por los aires.

- Veamos si puedo ser yo quien la rescate de ahí-. Espetó Jeremy, con una voz ronca, haciendo reír al pequeño.

Subieron las escaleras animosamente, pero la atención de Emily ya no estaba con ellos. Se despojó de su abrigo, colgándolo en uno de los percheros del armario. Caminó luego hacia el living, dejándose caer en uno de los tres sofás negros que en aquel lugar estaban. Cerró los ojos y ¡sas! por su cabeza comenzaron a merodear millones de preguntas, pero no podía concentrarse. No quería.

Sintió como de un momento a otro, el sofá comenzaba a inclinarse levemente hacía su derecha.

- ¿Pasó algo malo?-. Escuchó que le preguntaba Matt. Aún sin abrir los ojos, dejó caer su rostro por sobre el hombre de él.- ¿amor?-.

- No se si debería llamarlo malo-. Balbuceo a penas separando los labios.- No quiero ir-.

Su novio la miró con el entrecejo fruncido.

- ¿Qué deben hacer ahora?-. Preguntó confuso

- El Sr. Dickson quiere más fotos-. Se separó de él levemente, teniendo que abrir los ojos, clavándolos luego sobre los de él.- Y no se le ocurrió mejor idea que… que mandarnos a Los Ángeles-.

Tanto Matt como Emily quedaron en pleno silencio. Él sabía el miedo que sentía sobre aquella ciudad, pero… ¿era para tanto?. “Para ella si lo es”, pensó a su defensa. Se pasó la mano por la barbilla recién rasurada, en un atisbo de comprensión.

- De-debes pensar que algún día debería pasar, cariño-. Le susurró él, acariciando su mejilla con el bordillo de su mano.- Pero si no quieres ir, deja que Jeremy se consiga una ayudante-.

- No puedo dejarlo solo-. Dijo ella en cambio, con una leve sonrisa torcida.- No es lo mismo trabajar con alguien a quien no conoces, y yo conozco las mañas de él-.

- No te frustres si no desear ir… si quieres yo hablo con Jeremy-. Comentó parándose del sofá, dispuesto a ir donde Jeremy. Pero la mano de Emily lo detuvo.

- No lo hagas-. Dijo ella.- Solo quédate a mi lado, ¿si?-. Le sonrió, pero solo pudo aparecer una mueca torcida, casi como de dolor.- Por favor-.

Dudó por unos instantes, pero flaqueo al verla tan acongojada. Volvió a sentarse sobre el sofá.

- Sabes que todo saldrá bien… como siempre lo ha sido-. Dijo abrazándola y dándole un sutil beso sobre la frente.

- Gracias-.

Se quedaron unos minutos más sentados ahí, disfrutando de la compañía del otro. Solo que en aquella oportunidad algo la hacía dudar, de tan solo pensar en que el algún momento, estando ya en Los Ángeles podría volver a toparse con quien ya hacia mucho tiempo le había entregado el corazón mismo… pero no siendo correspondida. Solo el pensamiento de poder volver a ver a su pequeña hermana la hacía querer volver, solo por ella y nadie más… por que a quienes en el pasado habían significado algo para ella, ya nada quedaba de ellos dentro de su alma.

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