Se despertó desorientado y con un dolor de cabeza de los mil
demonios. "Porque siempre digo que no tomaré tan exageradamente, y terminó
haciéndolo igual", decía hacia sus adentros mientras que con dificultad
para pararse se apoyó de la cabecera de la cama y trató de mantener el
equilibrio unos segundos.
Buscó en sus bolsillos el celular y en cambio encontró unas
boletas, Chicle, las llaves del departamento pero el celular no aparecía por
ningún lado.
- A la mierda, lo
perdí - Dijo mientras se sobaba uno de sus ojos. "Debo ser un maldito
zombie".
Se dirigió hacia el baño mientras se despojaba de sus ropas.
"Qué demonios hice anoche". Abrió la llave de agua fría y sin
pensarlo dos veces se introdujo bajo los hilos de agua que corrían en la ducha.
Esbozó un quejido pero que a la vez lo hizo reaccionar y darse cuenta en donde
estaba. "Como podría ser posible que me ocultara algo tan... tan
importante" Pensaba mientras los chorros de agua recorrían su cuerpo sin
movimiento.
Luego de estar más de media hora sólo bajo el agua fría
digno en salir y vestirse con las primeras prendas que encontró en el armario.
Al fondo de la pieza comenzó a sonar un tono de teléfono muy
particular para él. "Veamos que mierda hice”, pensó mientras entre toda la
basura (latas de cerveza, papeles de envoltorio de comida rápida) y ropa tirada
en el suelo encontró su celular. Las
iniciales MIKE resultaban en la pantalla del celular y sin más contestó.
- ¡Por los diez mil infiernos, al fin eres capaz de
contestar el maldito teléfono! - Gritó su amigo desde la otra línea
- No grites por favor mi cabeza está a punto de explotar -
Le pidió con voz rasposa Armstrong.
- Me importa bien poco tu dolor de cabeza- Contraataco Mike
con cierto despecho. - Que mierda te pasa-.
- Mike querido, si pudiera lograr acordarme algo de lo que
hice anoche. ...-
- Te cuento si lo deseas…. Me llamaste a las 2:30 de la
madrugada llorando y...- Se escuchó a lo lejos como unos pasos se marcaban y
una puerta terminaba de cerrarse por completo, un silencio y luego un largo
suspiro. - Me dijiste que te habían mentido todo este tiempo. Que no sé cuantos
años han pasado de no sé qué cosa y que cómo era posible separar a unos niños
de su verdadero padre - Espetó entre
susurros bruscos. -¿Qué has hecho? -. Un escalofrío comenzó a recorrerle el
cuerpo desde sus cabellos hasta la punta del pie haciéndolo tambalear.
- Yo... No se Mike
es... complicado explicarlo- Dijo Tratando de zafarse de las acusaciones bruscas de su amigo.
- Vas a tratar de explicarme ¡AHORA! - Prosiguió con el
mismo tono de agresividad. Conocía tanto a Armstrong que tenía miedo de que su
amigo, hermano prácticamente de vida hubiera cometido algo que después se
pudiera arrepentir. Sabía también que su amigo era esquivo de todo problema y
prefería correr ( o tomar) antes de afrontarlos.
Entre silencios y miles de suspiros entre los dos Bj tomó
una gran bocanada de aire y se ánimo a hablar.
- Pasó hace ya 6 años... – Comenzaba así su relato. Mientras
articulaba palabra por palabra su historia algo brusca e intensa con aquella
chica de cabellos finos y dorados; y que en la actualidad era toda una mujer, aquel
molestoso escalofrío revivió en él haciéndolo caer en una realidad que antes no
había pensado (Bueno, cuando se toma tampoco se piensa mucho que digamos), cómo
afectaría su relación con sus ya hijos mayores, que pasaría con su madre que
aunque se viera firme como un roble a sus ya tantos años se sentiría
decepcionado de él, que pasaría con su matrimonio con Addie, etc etc etc.
- ¿Addie lo sabe? -. Dijo su amigo desde la otra línea
después de minutos de reflexionar lo que Billie le había confesado.
- Espero haberte llamado a ti nada mas en la noche- Sonrió por
lo bajo, sentándose sobre la cama - Perdón por las molestias. Sé que aun cometo
estupideces Mike, pero… el corazón era más fuerte-
- No pidas perdón por llamarme. Lo que no voy a perdonarte
es que no hayas sido capaz de confiar en mí. Soy tu hermano -
-Lo sé-. Dijo Bj en un ahogado grito.
- Créeme que me ha costado superarla y esta nueva noticia es... es....
Cambiará mi mundo de ahora adelante -.
- No te juzgo pero tampoco valido tu solución. Solo, trata
de no volver a cometer tonterías- Le rogó su amigo ya más calmado
- Gracias por todo. Pude haberte ocasionado problemas con
Britt - Desde el otro lado del teléfono se escuchó una risa a carcajada.
- Justo había ido a acostar a los niños porque se quedaron
viendo películas - Dijo de mejor humor. - Fui al baño cuando te escuché llorar
-
- Como una viuda en velorio -
- Así es - Ambos rieron algo más relajados. -¡PAPÁ DONDE
ESTAS! - De pronto de escuchó desde la casa de Mike. - Debo ir a cumplir con mi
deber-
- No te preocupes. Mándales
Saludos a los chicos-
- Está bien. Cuídate
por favor
- No creas que volveré
a llorarte-
- Ya lo creo. Nos vemos -
Tiró el celula
r en una pequeña mesita y junto con todo lo
que tenía en su cabeza se acostó sobre su espalda." Soy un verdadero
desastre", pensaba una y otra vez mientras su mirada vaga rebuscaba alguna
respuesta en el techo del departamento.
"Mike tiene razón, no pude ser más irresponsable que
ahora. Debo pensar bien que hacer en estos momentos, no puedo seguir escapando
de mis problemas" Se recriminaba mentalmente mientras recordaba las veces
que escapaba de casa cuando tenía problemas con Addie, dejándola sola con sus
preocupaciones y rabia.
De pronto el sonido del celular vibrando sobre la mesa lo
hizo perder sus pensamiento y con pereza se incorporó a la cama y estiró su
brazo hacia el aparato.
"Número desconocido" aparecía en la pantalla.
- ¿Alo?- Dijo al contestar la llamada
- Hasta que das señales de vida- Escuchó desde la otra línea
que le retaban
- ¿Quién es?- preguntó en cambio Armstrong juntando ambas
cejas
- Está bien que haya cambiado tanto, pero no creo que mi voz
haya sufrido - le respondieron con una risita
- ¿E-Emily?- Peguntó sorprendido. - ¿Cómo?-
- Como debía de imaginarse no recuerdas nada-. Comentó la
chica soltando un suspiro.
- Que más hice anoche por el amor de dios-
-¡Hey tranquilo!, no hiciste nada más que llamarme anoche.
Te pasaste con las copas esa vez Armstrong-. Podía imaginarse a la chica
apuntándolo con el dedo.
- ¿Quién eres para estar recriminándome cosas?-
- Para un poco con tu veneno-. Gritó desde el otro lado de
la línea Emily. - Soy... soy... Soy la madre de dos de tus hijos-. Si que le
costó pronunciar esas palabras. -Me dejaste muy preocupada cuando me fui de la
cafetería, no hablaste más. Sé que fue muy fuerte como todo pasó pero debes
entenderme, traté de hacer lo mejor para ambos-. Billie no sabía que decir. -Me
llamaste anoche porque te sentías sólo y mal, Billie. No sabía qué hacer. Me
diste a malas tu dirección y fui a verte-.
- Por eso amanecí acostado y tapado -
-Así es- Se escuchó un largo suspiro...
Jeremy me había dado el día libre así que después del
incómodo momento en aquella cafetería con Armstrong fui a casa. Necesitaba
estar con los niños.
Cuando llegue a la casa los pequeños se encontraban jugando
en el patio de atrás. Charlotte sentada en una mesita de té con sus muñecos y
Nicholas jugando con Manchas.
- ¡Mami! - Gritaron al verme cruzar la puerta del patio
mientras me deshacía de la bufanda de mi cuello.
- Veo que la Señora Robinson los dejó jugando- Dije mientras
me acercaba a saludarlos. - ¿Cómo están?-.
- Nick no quiso jugar conmigo- Acusó de inmediato Chuck con
el ceño fruncido. Sonreí al ver que mi hijo se encogía de hombros mientras
sostenía la pelota de manchas.
- Odio el té - Dijo tratando de defenderse. Reí
- Ya, está bien-. Dije al ver que Chuck le sacaba la lengua.
- Iremos adentro a ver una película. Y tú...- Apunté a Nicholas. - Estas aún
convaleciente. No deberías estar tanto tiempo en el frío-.
- Bueno mami-. Soltó la pelota de manchas y corrió a darme
un abrazo.
- Vamos adentro. Les traje palomitas de maíz-. Ambos niños
abrieron sus ojos de forma exagerada lo que me hizo sonreír y de inmediato
entraron a la casa.
La tarde fue como nunca lo mejor. Muy pocas veces podía
estar con ellos así, acostados los tres en mi cama mientras comíamos golosinas,
veíamos películas y escuchábamos como la nieve caía sobre el techo.
No recuerdo que hora era exactamente pero ya la noche había
caído y el sonido de mi celular me hizo despertar y dar un pequeño salto. Me
senté en la cama con cuidado mientras observaba como Nick dormía abrazado a su
hermana.
Tomé el celular y vi la pantalla del aparato. "Número
desconocido" decía. Antes que siguiera haciendo más ruido salí de la
habitación y contesté.
- ¿Alo?- Susurre mientras terminaba de cerrar la puerta.
- ¿Preciosa eres tú?- Una voz algo peculiar y conocida había
hablado desde el otro lado de la Línea pero... algo rara. -Soy yo... El hombre
de tu vida- Río
- Perdón. No sé quien es- Dije algo confusa.
-Emily... No cuelgues- El tono de su voz cambió de forma
brusca. Creo que estaba... ¿Borracho? - No vuelvas a dejarme solo-. Dios mío,
como tan tonta claro que sabía quién era.
- Billie-. Un pequeño escalofrío recorrió mi cuerpo. -¿Qué has
hecho?-.
- Celebrando que cada vez me hundo más- Volví a escuchar esa
risita burlona.
- Estas asquerosamente borracho- Espete con enojo. -¿Dónde estás?-
- En mi... departamento, nena-. La sensación de culpa
invadió mi cabeza. De cierta manera yo era la responsable de su estupidez.
- ¿Estas sólo?- Aquella risita burlona volvió a nacer.
- Y que si estoy con putas. ¿Estarías celosa?- Podía
imaginar su cara con aquella morisqueta coqueta. Odioso y arrogante.
- No vengas con tonterías Armstrong- Cada vez me estaba
haciendo enojar más. - Dame la dirección de tu departamento. Estas muy tomado y
puedes cometer...-
- ¿Tonterías?- Dijo interrumpiéndome. - He hecho más
tonterías estando... sobrio-
- Dame la maldita dirección- Insistí. De verdad q me sentía
culpable.
Después de tanto pedir que me diera su dirección accedió.
Llamé a la señora Robinson antes de salir para que se
quedara con los niños mientras salía a ver a Billie. En un momento pensé que no
iba a acceder ya que eran pasadas las 2 de la madrugada, pero nada que con un
poco de dinero extra a fin de mes se pudiera negar.
Tomé el auto y me dirigí al centro. Me costó un tanto
encontrar el edificio pues la mayoría se parecía y la numeración con tanta
nieve que caía era imposible distinguir. Estacione cerca del que parecía era el
edificio correcto y me acerqué. Entre por una puerta de vidrio pesada y me
aproxime al ascensor.
1...2...3....4...12.
Busqué el departamento 1206 y me Di el valor de tocar la
puerta. "Como odio la maldita culpa" pensé hacia mis adentros
mientras esperaba a que se dignaran en abrir. Volví a tocar el timbre... nada.
-Armstrong soy yo- Toqué la puerta con los nudillos. -Abre,
se que estas ahí- Grité.
De pronto un sin fin de ruido se pudo escuchar desde el otro
lado de la puerta, como si alguien estuviera chocando con todos los muebles
posibles.
- Sabía que vendrías- Dijo al abrir la puerta. Me espante al
ver como estaba de demacrado. ¿Seguía siendo el mismo con que alguna vez me
había enamorado? Se notaba triste y cansado. Me daba pena.
- Mira como estas- Tape mi boca con ambas manos. Debí haber
puesto la peor cara posible ya que al verme abrió los ojos.
- Yo... Me encuentro bien-. Bufó con... ese acento de
borracho.
- Entra ya- Lo tomé de los hombros y le hice caminar hacia
el interior del departamento. Un hilo de recuerdo llegó a mí. Esas tardes en aquel departamento de… Dios,
porque pienso tonterías a veces.
- ¿Quieres?- Se acercó a la mesita de centro y me ofreció
una botella.
- ¡Estás loco!- Le quité la botella de las manos. Caminé
hasta lo que parecía ser era la habitación y entre al baño exclusivamente a
botar el licor por el lavamanos.
- ! QUE HACES!- Gritó Billie en cambio corriendo tambaleante
hasta donde me encontraba yo.
- ¿Acaso no lo ves?- Le mostré la botella vacía.
- Era un licor finísimo- Reclamó fulminándome con sus ojos.
- Que pena por ti-
- Dame eso- Sin pensarlo, se abalanzó sobre mí para quitarme
la botella. Al tratar de zafarme de aquel ataque, di un par de pasos hacia
atrás. Ya cuando me había dado cuenta estaba dentro de la tina del baño con la
cortinilla entre mis manos y a Armstrong sobre mí.
-Eres un estúpido- Bufé enojada mientras le daba empujones
tratando que se quitara -No se para que vine-.
-Yo si se- Levantó su rostro quedando a centímetros del mío con
aquella sonrisa que a cualquiera derretiría. Con un ademan algo bruto tomo mi
rostro y me besó con pasión. Esa combinación de alcohol con recuerdos
anteriores era una tortura, ya me había olvidado lo que era estar con aquel
hombre. Cuando ya había reaccionado comencé a empujarlo hacia atrás para que me
dejara respirar.
- Estás loco- Dije con el rostro agachado, lo sentía arder.
- Y borracho- sonrió de oreja a oreja dejando entre ver esos
dientes imperfectos.
- ¡Quítate ya, me estas ahogando!- Reclamé en cambio.
Con algo de dificultad Billie se levantó dentro de la tina y
salió con uno que otro tropezón. Suspiré largamente y me dispuse a parar. La
cabeza me dolía un poco. Era tan insoportable.
- Eso pasa cuando me quitas lo que es mío- Dijo amenazante apuntándome
con un dedo mientras en la otra mano sostenía una nueva botella de licor.
- Vamos por favor no seas infantil- Me acerqué a él con la
disposición de volver a quitarle la botella. -No hagas esto más patético-
- ¿Tú me encuentras patético?- Habló con la boca llena de
alcohol mientras tragaba el sorbo de aquella botella. -Llegas y cambias mi vida
no una... Si no que dos veces Emily. Como crees tú que puedo sentirme si de un
día para otro mi vida se complica más-. Como dolió eso.
- ¿Estás diciendo que MIS hijos son un problema para ti?-
Dije apretando los puños firmemente. Una que otra lágrima comenzó a caer sobre
mi mejilla. -Porque crees tú entonces que no quise contarte nada. Soy y somos
un maldito problema para ti- Si que me había hecho enojar.- No quería que mis
hijos sufrieran y vieran lo patético que podría ser su padre- apreté los
dientes con tanta fuerza que llegué a pensar que me sacaría la lengua si seguía
así. El rostro de Billie se desfiguro en una horrible morisqueta de tristeza.
-Tu vida es tan perfecta que hubiéramos sido una piedra más en tus zapatos-
-Emily no... No quise- espetó él en cambio dejando la
maldita botella a un lado y dando un par den pasos hacia mí.
- Pero lo hiciste- Lo detuve colocando una mano en su pecho.
Podía sentir lo agitado que estaba. Lo miré directo a los ojos con una rabia
que cualquiera se hubiera espantado. -Traté de que mis hijos tuvieran una
imagen paterna pero no pude-
-Soy un completo imbécil- Se sentó al borde de la cama y
tomándose la cabeza y cara repetía una y otra vez aquellas palabras. Una pena
inmensa comenzó a recorrer mi cuerpo. Necesitaba abrazarlo, no podía ser tan
fría con él. No podía.
Me arrodille frente a él, quité las manos de su rostro y lo
abrace.
- Lo siento- Me disculpe con él. -Se que debe ser difícil
asimilar todo esto.
- Lo... es- Me apretó contra su pecho.
-!Hey!- Susurre alejándome un poco del abrazo. - Yo escogí
hace 6 años con quien estar y con quien entregarme-. El color del rostro volvió
a mí, lo sentí. -Yo decidí tener a los niños y no contarte nada por el bien
tuyo y de tu familia-. Me miró fijamente con sus ojos verdes envueltos en un
mar rojo. - Yo decidí ahora contarte todo y que mis niños puedan tener a su
padre verdadero presente-.
El silencio invadió la habitación. Las miradas se cruzaban
pero se sentía mejor asi.
- ¿Estás
mejor?- Pregunté. Él afirmó con la cabeza. - ¿Tienes hambre?-.
- No
gracias, ya he molestado mucho-. Me sonrió. - ¿Matt se quedó con los niños?-
- No-.
Le devolví la misma sonrisa ladeada. La cara de Armstrong se desfiguró por
completo. – Tranquilo, una señora que me ayuda a cuidarlos está con ellos…
Matt, me dejó- La necesidad de llorar al recordar que me había dejado me
invadió por completo. No me había dado cuenta que las lagrimas habían salido
sin mayor esfuerzo. Sentí como Bj apretaba sus manos por sobre mis hombros. –
No es bueno guardar un secreto por mucho tiempo, ¿sabes?-
- ¿Quieres
quedarte a dormir hoy?- Preguntó él a los minutos. La borrachera lo tenía mal.
Pude ver a través de su rostro que no le había gustado la forma en que lo había
mirado. – Tranquila fiera. No es lo que piensas-.
- No
puedo confiar en ti, aún-. Bufé mientras limpiaba los restos de lagrimas que
habían caído por mis mejillas.
- Dame
una oportunidad- Rogó él en cambio.
- Estás
tan tomado que no sabes lo que dices-. Reí burlonamente
- Vamos…
No es TANTO lo que estoy subido en alcohol-.
- Prométeme
que cambiarás-. No sabía que mierda estaba haciendo. Por un lado lloraba por
haber perdido contacto alguno con Matt, y mi otro lado… quería quedarse con
Armstrong. “Parezco niña de 15 años”, ironice hacia mis internos.
- Lo
juro por lo más sagrado que puede haber entre los dos-. Dijo mientras que con
una mano levantada y la otra ubicada en su pecho hizo un ademán de juramento.
- Está
bien-.
Me levanté del suelo, limpié mis medias y me saqué el abrigo
que me había colocado para el frío. Todo siendo monitoreado por las miradas
perdidas de Armstrong. Controlé mis nervios y traté de ignorar aquellas miradas
que me hacían colocar de un color rojo intenso las mejillas.
- Tu
acuéstate- Le dije sin mirar, mientras recogía un poco de basura tirada en el
suelo de la habitación. Arremangué mi
blusa hasta los codos y con algo de limpia piso comencé a pasarlo con un trapo
y una escoba. – ¡ESPERA!- Grité al ver que Bj se estaba sacando los pantalones.
Dios, como era de terco. –Que dijimos-.
- No
creerás que dormiré así- Apuntó hacia su ropa puesta.
- Ohhh
sí, claro que puedes- Colocó sus ojos
blancos y con una morisqueta en su cara se tiró a la cama.
Caminé hasta la cocina y me la pasé un rato tratando de
limpiar el poco de loza que Armstrong poseía en su vajilla. Ordené todo como
debía estar y apagué las luces. El living era peor aún, “Como puede vivir así”
comenté hacia mi misma mientras observaba la cantidad de objetos, basura y ropa
tirada sobre los sofás. “No me pasaré toda la noche limpiando todo esto”, gruñé
internamente.
Viendo que no había solución alguna en relación al orden del
living, me dispuse a caminar hacia el dormitorio.
- El
living es un… - No pude terminar la frase ya que Armstrong se encontraba ya
dormido, con ronquidos y toda la cosa. Era muy chistoso verlo dormir. Me
acerqué a el y con delicadeza lo tapé con el
edredón de la cama.
Me senté con sumo cuidado por el borde de la cama y me quité
los tacones que llevaba. Tacones… quien iba a imaginar que alguien como yo, con
unos gustos tan extraños en mi adolescencia iba a pensar andar con falda, blusa
y zapatos altos. Si algo aprendí de trabajar con Jeremy era que debía aprender
a vestirme “para la ocasión”, no tenía como discutir con él esos temas ya que
de inmediato dejaba de hablarte por semanas. Todo un dramático.
Apagué la luz de la lámpara que estaba a un costado de la
cama, sobre una mesita de noche. Acomodé la almohada y me recosté tapándome
solamente las piernas. Podía sentir la respiración de Armstrong sobre mi nuca.
“Sólo esta vez Emily… por el amor de dios”, me recriminé. De pronto sentí como
uno de sus brazos me rodeaba el abdomen, “Contrólate, no lo empujes”. Inhalé
una gran bocanada de aire y cerré los ojos tratando de conciliar el sueño.