viernes, 2 de septiembre de 2016

Capítulo N° 16: Verdad Desagradable



Cruzó la gran puerta de vidrio con rapidez antes que la lluvia siguiera mojando su abrigo. Caminó hacia la recepción, mostró lo que parecía ser su credencial de respaldo. La persona detrás de aquel gran mesón observó de manera vaga la credencial, asintió y la dejó pasar por el torniquete. “Años acá y aún no me reconocen”, pensaba Emily mientras ingresaba a uno de los ascensores hasta su oficina.

Lanzó su bolso hacia el sofá una vez atravesado la puerta de la oficina, rodeó el gran escritorio y se sentó en la silla.

“ Soy una imbécil al estar preocupada por alguien a quien yo ya no le intereso”. Esbozó un sonoro suspiro.

-¿Qué tanto piensas?-. Hablaron a sus espaldas haciendo que diera un respingo. Dio vuelta su silla y se encontró con el rostro curioso de Jeremy.
- Hola querido -. Respondió ella en cambio, evadiendo la mirada de aquel hombre parado frente de su escritorio.
- No soy tan tonto como para no saber que algo raro pasa contigo, linda -. acomodó la silla pegada al mueble y se dispuso a sentarse, dejando de lado unos papeles que poseía en brazos. - Se que las cosas no van bien desde que Ma…-.
- Encontré al padre de los niños -. Interrumpió la chica rápidamente. - Más bien, él nos encontró y yo… Yo no puedo seguir ocultando nada -. Tomó su rostro entre sus manos en un gesto desesperado de ocultarse.
- Hey bonita -. Susurró su amigo, estirando su mano. - Ambos sabíamos que algún día esto pasaría -.
- Pero no sin el apoyo de Matthew. No así -. Se quejó ella, tomando la mano del chico. ÉL esbozó una sonrisa.
- ¿Fue por eso que se fue? -.
- Si -. Sonrió amargamente. - Y no tengo idea donde está-. Agachó la mirada ahogando un suspiro.
- En lo que debes concentrarte ahora es en cómo decirle a los niños ésto. Después te enfocas en tu problema con Matt-
- No soy muy buena conviviendo conmigo misma y lo sabes. Tengo miedo que llegue a desilusionar a los chicos-.
- No seas tonta Emily -. Espetó en un pequeño regaño. - Eres mejor madre que muchas otras… y eso incluye a la tuya o a la mía- Ambos rieron por lo bajo
- Gracias-

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Tiró su tercera colilla de cigarro al suelo y lo apagó con ansiedad con el pie. Desde el bolsillo interno de su chaqueta de cuerina sacó una pequeña cajita de tic-tac y saco un par de dulces mentolados. No quería dar una mala impresión a sus hijos.
Esa palabra para él sonaba muy alejada de toda realidad. Los mayores estaban casi al otro lado del país mientras que los pequeños estaban a metros de él. ¿Cómo se lo tomarían sus hijos mayores?, ¿Sería el mejor padre para los pequeños?.
Se sentó sobre un pequeño banquillo, un par de pasos cerca de la entrada del colegio. Emily le había dicho que a las 12:00 salían. Miró su reloj y marcaban las 11:47 de una mañana un tanto más cálida de lo habitual. Volvió a sacar la cajita de dulces y se echó un par más a la boca.

Frente a su auto arrendado se estacionó una camioneta Toyota Avanza de color rojo opaco. Podía reconocer la marca de aquel auto, había sido uno de los tantos pasatiempos de verano que habían tomado Joey y él hace 3 años.

Vió descender desde el vehículo a Emily, algo desorientada como tratando de buscar algo o alguien. La chica lo divisó al instante, colocó la alarma al auto y cruzó la calle hasta él.
- Pensé que iba a llegar primero yo-  Le dijo la chica, sentándose a su lado. - ¿ Cómo te sientes ahora?
- Mejor… mi momento de histeria ya pasó- Respondió Billie asomando media sonrisa curva. La chica movió la cabeza.

No tenía ni idea de que más hablar. Eran como esas veces cuando se veían a escondidas y después de unos agitados alientos nadie decía nada. La chica tomaba sus ropas y se largaba. El sonido del timbre los espantó a ambos, haciendo que giraran sus cabezas hacia la salida del colegio.

Emily se paró desde el banquillo, arregló la cartera por sobre sus hombros, estiró su fino vestido todo con un hilo de nerviosismo que le recorría el cuerpo. Caminó hacia la entrada y detrás de ella por inercia Armstrong la imitó un par de pasos detrás.

Detrás del gran grupo de niños, los gemelos asomaron la cabeza tomados de la mano tal y cual Matthew les había enseñado para no perderse uno del otro. Emily esbozó una gran sonrisa al verlos correr hacia ella. Los niños se le colgaron del cuello y la llenaron de besos en ambas mejillas.
- Como les fue hoy- Preguntó su madre, dejando a ambos niños en el suelo y tomar las manos para caminar hacia Billie.
- Cristine Johnson no para de molestarme- Comentó Nicholas con un deje de asco en su cara.
- Ya te dije que quiere casarse contigo- Rebatió su melliza con gracia.
- Iug- El pequeño se pasó la manga de su chaleco por la boca. Emily rió.
- Les tengo una sorpresa- Dijo la mayor llegando al lado de Billie, quien no paraba con su tic con el pié. La pequeña se le soltó de la mano y abrazó al hombre. Con timidez Nicholas lo saludo.

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- No se como empezar a hablar- Comento en susurro Emily mientras terminaba de recoger el último plato sucio de la mesa.

Habían decidido que el lugar más indicado sería en casa de los pequeños. Habían llegado hacía 1 hora más o menos y por comodidad Emily había dejado que pudieran pizza para almorzar.
Armstrong estaba clavado en el sofá del living-comedor, mirando como la chica se movía de un lado a otro con nerviosismo. De acomodó en su asiento algo Inquieto. Ni el sabía cómo empezar una charla tan importante.
- Si quieres yo puedo hablar- Aquellas palabras salieron con un pequeño ahogo de su garganta. Armstrong carraspeo para aclarar un poco más su voz. - Si estas de acuerdo-
- No te preocupes. Me imaginé tantas veces en ésta situación que nada se le parece ahora- Comentó de forma franca. Agachó levemente la mirada y acomodó un mechón rebelde que se había escapado de su arreglado moño
- ¿Que tiene de diferente?- Emily sonrió amargamente.
- Que en mis imaginaciones en vez de estar tu acá, estaba Matt… y los niños un poco más grandes- Eso había sido una clavada en el pecho para Billie.

La chica siguió su camino hasta la cocina dejando la loza sucia sobre el fregadero. En un pequeño salto desde el sofá, Armstrong la siguió un tanto molesto por aquellas palabras. “¿Que acaso nunca me lo iba a decir?”.
- Que quisiste decir con eso- Dijo desafiante el hombre por sobre el hombro de la chica. Al no haber respuesta alguna tomó su brazo y la hizo girar hacia él. - Emily dímelo- Exigió tratando de controlar sus vagos impulsos de golpear la pared con sus puños.

De forma cansina la chica tiró el paño de cocina sobre los platos aún sucios y se cruzo de brazos, zafándose del leve apretón de Billie. Lo miro a los ojos de la misma forma en la que él lo hacía. la lucha de miradas era algo infantil, pero estaba tratando de encontrar las palabras precisas para no equivocarse.
- Dije que todo sería distinto si Matthew estuviera acá apoyándome y aconsejarme como lo ha echo todos estos años- Rebuscó en la mirada de Billie un atisbo de entendimiento. En cambio el solo se decepcionaba cada vez más por haber estado en alguna oportunidad enamorado de ella, cosa que nunca dijo pero si demostró.
- Y yo que Emily- La tomo de los brazos con la mirada perdida en sus ojos. - Que fui yo para ti- Si, lo había preguntado. La chica lo miró atónita sin saber que responder.
- Va-vamos Billie no vengas con eso ahora- Respondió tratando de esquivar su mirada.
- Responde-
- Y yo que fui para ti Armstrong, ¿ah?... Nos cubrimos el uno con el otro esquivando nuestros problemas- Billie la Soltó del agarré y con impotencia pasó su mano por su cabello. - ¿lo ves?. Lo único importante de lo que pasó entre nosotros fueron esos dos pequeños y que ahora necesitan saber quién eres tú-

Había esquivado de forma gloriosa aquella incómoda pregunta. “Es obvio que fuimos polvo y paja para él, literalmente”, se regañaba internamente por aquello.

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Habían hecho bajar al primer piso a ambos niños. El nerviosismo recorría el cuerpo de ambos adultos, Armstrong luchaba internamente por no salir al patio y prender un cigarro.
- Mami que pasa- Habló Chuck con algo de preocupación. No había momento en esa niña en que no se pareciera a Sophia . La mujer acercó a los mellizos más hacia su cuerpo, sonriendo cálidamente y depositando un suave beso en la cabeza de la niña.
- Les vamos a contar una historia, ¿les gustaría?- Preguntó Emily mirando a cada pequeño y por último a Billie, quien le sonreía con amargura. Era el momento.
- Si es sobre princesas yo no quiero- Comentó Nick arrugando la nariz. Armstrong notó que había sacado ese pequeño mal de su madre.

Mientras los adultos trataban de explicar de la forma más infantil y mágica la relación algo tormentosa que hubo en el pasado, Charlotte en su interior sentía que se avecinaba la mejor sorpresa de su vida. Sabía que desde el primer día en el Central Park aquel hombre que la había encontrado sería para ella ahora, la persona más importante, después de su Hermano y Matthew.
- ¡LO SABÍA!- Gritó con alegría la pequeña saltando desde el sofá, mirando a su mellizo quien no entendía aún que pasaba. Chuck saltó a brazos de Armstrong.
- Hija tranquila- Le habló su madre con cierto recelo. Nunca había pensado aquella reacción.
- Nick… papá regresó- Dijo la pequeña sin tomar mucho parecer lo que su mamá hablaba. El rostro del pequeño en cambio se transformó en una horrible morisqueta.
- ¿Es verdad eso mami?- Le reprochó el menor. Armstrong no podía no comparar aquella reacción con la personalidad de Emily.
- Si amor… Billie es su padre- Esbozó una tierna sonrisa, mientras acariciaba el rostro de Nick. En un giro rápido de pies, el pequeño quedó mirando a ambos cuerpos abrazados.
- Por que nunca llamaste… por tu culpa Matt se fue- Gritó alarido el menor mirando con desprecio a quien ahora debía llamar papá.
- No corazón no fue eso…- Dijo Emily hincándose tratando de quedar a la altura de su hijo. Podía sentir como su corazón se removía con solo observar los ojos del pequeño, ojalá ella pudiera sentir por él. Repasó su mano por el desmarañado castaño claro de Nick, controlando las ganas de llorar.
- Tu echaste a Matt entonces- Lo acosó Nick mirando ahora con rencor a su madre.

Antes de poder decir algo más en su defensa el menor corrió tras las escaleras y subió a su cuarto, dando un estruendoso portazo. Emily cayó sobre sus rodillas cansada y agobiada, como había pensado ella, ojalá ella pudiera sentir por su hijo y que no pasara por todo eso.
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SE QUE NADIE LO LEE PERO ÑHEP