sábado, 12 de septiembre de 2015

Capítulo 15: Morderse la lengua.



Se despertó desorientado y con un dolor de cabeza de los mil demonios. "Porque siempre digo que no tomaré tan exageradamente, y terminó haciéndolo igual", decía hacia sus adentros mientras que con dificultad para pararse se apoyó de la cabecera de la cama y trató de mantener el equilibrio unos segundos.
Buscó en sus bolsillos el celular y en cambio encontró unas boletas, Chicle, las llaves del departamento pero el celular no aparecía por ningún lado.
-  A la mierda, lo perdí - Dijo mientras se sobaba uno de sus ojos. "Debo ser un maldito zombie".
Se dirigió hacia el baño mientras se despojaba de sus ropas. "Qué demonios hice anoche". Abrió la llave de agua fría y sin pensarlo dos veces se introdujo bajo los hilos de agua que corrían en la ducha. Esbozó un quejido pero que a la vez lo hizo reaccionar y darse cuenta en donde estaba. "Como podría ser posible que me ocultara algo tan... tan importante" Pensaba mientras los chorros de agua recorrían su cuerpo sin movimiento.
Luego de estar más de media hora sólo bajo el agua fría digno en salir y vestirse con las primeras prendas que encontró en el armario.
Al fondo de la pieza comenzó a sonar un tono de teléfono muy particular para él. "Veamos que mierda hice”, pensó mientras entre toda la basura (latas de cerveza, papeles de envoltorio de comida rápida) y ropa tirada en el suelo encontró  su celular. Las iniciales MIKE resultaban en la pantalla del celular y sin más contestó.
- ¡Por los diez mil infiernos, al fin eres capaz de contestar el maldito teléfono! - Gritó su amigo desde la otra línea
- No grites por favor mi cabeza está a punto de explotar - Le pidió con voz rasposa Armstrong.
- Me importa bien poco tu dolor de cabeza- Contraataco Mike con cierto despecho. - Que mierda te pasa-.
- Mike querido, si pudiera lograr acordarme algo de lo que hice anoche. ...-
- Te cuento si lo deseas…. Me llamaste a las 2:30 de la madrugada llorando y...- Se escuchó a lo lejos como unos pasos se marcaban y una puerta terminaba de cerrarse por completo, un silencio y luego un largo suspiro. - Me dijiste que te habían mentido todo este tiempo. Que no sé cuantos años han pasado de no sé qué cosa y que cómo era posible separar a unos niños de su verdadero padre - Espetó  entre susurros bruscos. -¿Qué has hecho? -. Un escalofrío comenzó a recorrerle el cuerpo desde sus cabellos hasta la punta del pie haciéndolo tambalear.
-  Yo... No se Mike es... complicado explicarlo- Dijo Tratando de zafarse de las acusaciones  bruscas de su amigo.
- Vas a tratar de explicarme ¡AHORA! - Prosiguió con el mismo tono de agresividad. Conocía tanto a Armstrong que tenía miedo de que su amigo, hermano prácticamente de vida hubiera cometido algo que después se pudiera arrepentir. Sabía también que su amigo era esquivo de todo problema y prefería correr ( o tomar) antes de afrontarlos.
Entre silencios y miles de suspiros entre los dos Bj tomó una gran bocanada de aire y se ánimo a hablar.
- Pasó hace ya 6 años... – Comenzaba así su relato. Mientras articulaba palabra por palabra su historia algo brusca e intensa con aquella chica de cabellos finos y dorados; y que en la actualidad era toda una mujer, aquel molestoso escalofrío revivió en él haciéndolo caer en una realidad que antes no había pensado (Bueno, cuando se toma tampoco se piensa mucho que digamos), cómo afectaría su relación con sus ya hijos mayores, que pasaría con su madre que aunque se viera firme como un roble a sus ya tantos años se sentiría decepcionado de él, que pasaría con su matrimonio con Addie, etc etc etc.
- ¿Addie lo sabe? -. Dijo su amigo desde la otra línea después de minutos de reflexionar lo que Billie le había confesado.
- Espero haberte llamado a ti nada mas en la noche- Sonrió por lo bajo, sentándose sobre la cama - Perdón por las molestias. Sé que aun cometo estupideces Mike, pero… el corazón era más fuerte-
- No pidas perdón por llamarme. Lo que no voy a perdonarte es que no hayas sido capaz de confiar en mí. Soy tu hermano -
-Lo sé-. Dijo Bj en un ahogado  grito.  - Créeme que me ha costado superarla y esta nueva noticia es... es.... Cambiará mi mundo de ahora adelante -.
- No te juzgo pero tampoco valido tu solución. Solo, trata de no volver a cometer tonterías- Le rogó su amigo ya más calmado
- Gracias por todo. Pude haberte ocasionado problemas con Britt - Desde el otro lado del teléfono se escuchó una risa a carcajada.
- Justo había ido a acostar a los niños porque se quedaron viendo películas - Dijo de mejor humor. - Fui al baño cuando te escuché llorar -
- Como una viuda en velorio -
- Así es - Ambos rieron algo más relajados. -¡PAPÁ DONDE ESTAS! - De pronto de escuchó desde la casa de Mike. - Debo ir a cumplir con mi deber-
-  No te preocupes. Mándales Saludos a los chicos-
-  Está bien. Cuídate por favor
-  No creas que volveré a llorarte-
-  Ya lo creo.  Nos vemos -
Tiró el celula
r en una pequeña mesita y junto con todo lo que tenía en su cabeza se acostó sobre su espalda." Soy un verdadero desastre", pensaba una y otra vez mientras su mirada vaga rebuscaba alguna respuesta en el techo del departamento.
"Mike tiene razón, no pude ser más irresponsable que ahora. Debo pensar bien que hacer en estos momentos, no puedo seguir escapando de mis problemas" Se recriminaba mentalmente mientras recordaba las veces que escapaba de casa cuando tenía problemas con Addie, dejándola sola con sus preocupaciones y rabia.
De pronto el sonido del celular vibrando sobre la mesa lo hizo perder sus pensamiento y con pereza se incorporó a la cama y estiró su brazo hacia el aparato.
"Número desconocido" aparecía en la pantalla.
- ¿Alo?- Dijo al contestar la llamada
- Hasta que das señales de vida- Escuchó desde la otra línea que le retaban
- ¿Quién es?- preguntó en cambio Armstrong juntando ambas cejas
- Está bien que haya cambiado tanto, pero no creo que mi voz haya sufrido - le respondieron con una risita
- ¿E-Emily?- Peguntó sorprendido. - ¿Cómo?-
- Como debía de imaginarse no recuerdas nada-. Comentó la chica soltando un suspiro.
- Que más hice anoche por el amor de dios-
-¡Hey tranquilo!, no hiciste nada más que llamarme anoche. Te pasaste con las copas esa vez Armstrong-. Podía imaginarse a la chica apuntándolo con el dedo.
- ¿Quién eres para estar recriminándome cosas?-
- Para un poco con tu veneno-. Gritó desde el otro lado de la línea Emily. - Soy... soy... Soy la madre de dos de tus hijos-. Si que le costó pronunciar esas palabras. -Me dejaste muy preocupada cuando me fui de la cafetería, no hablaste más. Sé que fue muy fuerte como todo pasó pero debes entenderme, traté de hacer lo mejor para ambos-. Billie no sabía que decir. -Me llamaste anoche porque te sentías sólo y mal, Billie. No sabía qué hacer. Me diste a malas tu dirección y fui a verte-.
- Por eso amanecí acostado y tapado -
-Así es- Se escuchó un largo suspiro...

Jeremy me había dado el día libre así que después del incómodo momento en aquella cafetería con Armstrong fui a casa. Necesitaba estar con los niños.
Cuando llegue a la casa los pequeños se encontraban jugando en el patio de atrás. Charlotte sentada en una mesita de té con sus muñecos y Nicholas jugando con Manchas.
- ¡Mami! - Gritaron al verme cruzar la puerta del patio mientras me deshacía de la bufanda de mi cuello.
- Veo que la Señora Robinson los dejó jugando- Dije mientras me acercaba a saludarlos. - ¿Cómo están?-.
- Nick no quiso jugar conmigo- Acusó de inmediato Chuck con el ceño fruncido. Sonreí al ver que mi hijo se encogía de hombros mientras sostenía la pelota de manchas.
- Odio el té - Dijo tratando de defenderse. Reí
- Ya, está bien-. Dije al ver que Chuck le sacaba la lengua. - Iremos adentro a ver una película. Y tú...- Apunté a Nicholas. - Estas aún convaleciente. No deberías estar tanto tiempo en el frío-.
- Bueno mami-. Soltó la pelota de manchas y corrió a darme un abrazo.
- Vamos adentro. Les traje palomitas de maíz-. Ambos niños abrieron sus ojos de forma exagerada lo que me hizo sonreír y de inmediato entraron a la casa.
La tarde fue como nunca lo mejor. Muy pocas veces podía estar con ellos así, acostados los tres en mi cama mientras comíamos golosinas, veíamos películas y escuchábamos como la nieve caía sobre el techo.
No recuerdo que hora era exactamente pero ya la noche había caído y el sonido de mi celular me hizo despertar y dar un pequeño salto. Me senté en la cama con cuidado mientras observaba como Nick dormía abrazado a su hermana.
Tomé el celular y vi la pantalla del aparato. "Número desconocido" decía. Antes que siguiera haciendo más ruido salí de la habitación y contesté.
- ¿Alo?- Susurre mientras terminaba de cerrar la puerta.
- ¿Preciosa eres tú?- Una voz algo peculiar y conocida había hablado desde el otro lado de la Línea pero... algo rara. -Soy yo... El hombre de tu vida- Río
- Perdón. No sé quien es- Dije algo confusa.
-Emily... No cuelgues- El tono de su voz cambió de forma brusca. Creo que estaba... ¿Borracho? - No vuelvas a dejarme solo-. Dios mío, como tan tonta claro que sabía quién era.
- Billie-. Un pequeño escalofrío recorrió mi cuerpo. -¿Qué has hecho?-.
- Celebrando que cada vez me hundo más- Volví a escuchar esa risita burlona.
- Estas asquerosamente borracho- Espete con enojo. -¿Dónde estás?-
- En mi... departamento, nena-. La sensación de culpa invadió mi cabeza. De cierta manera yo era la responsable de su estupidez.
- ¿Estas sólo?- Aquella risita burlona volvió a nacer.
- Y que si estoy con putas. ¿Estarías celosa?- Podía imaginar su cara con aquella morisqueta coqueta. Odioso y arrogante.
- No vengas con tonterías Armstrong- Cada vez me estaba haciendo enojar más. - Dame la dirección de tu departamento. Estas muy tomado y puedes cometer...-
- ¿Tonterías?- Dijo interrumpiéndome. - He hecho más tonterías estando... sobrio-
- Dame la maldita dirección- Insistí. De verdad q me sentía culpable.
Después de tanto pedir que me diera su dirección accedió.
Llamé a la señora Robinson antes de salir para que se quedara con los niños mientras salía a ver a Billie. En un momento pensé que no iba a acceder ya que eran pasadas las 2 de la madrugada, pero nada que con un poco de dinero extra a fin de mes se pudiera negar.
Tomé el auto y me dirigí al centro. Me costó un tanto encontrar el edificio pues la mayoría se parecía y la numeración con tanta nieve que caía era imposible distinguir. Estacione cerca del que parecía era el edificio correcto y me acerqué. Entre por una puerta de vidrio pesada y me aproxime al ascensor.
1...2...3....4...12.
Busqué el departamento 1206 y me Di el valor de tocar la puerta. "Como odio la maldita culpa" pensé hacia mis adentros mientras esperaba a que se dignaran en abrir. Volví a tocar el timbre... nada.
-Armstrong soy yo- Toqué la puerta con los nudillos. -Abre, se que estas ahí- Grité.
De pronto un sin fin de ruido se pudo escuchar desde el otro lado de la puerta, como si alguien estuviera chocando con todos los muebles posibles.
- Sabía que vendrías- Dijo al abrir la puerta. Me espante al ver como estaba de demacrado. ¿Seguía siendo el mismo con que alguna vez me había enamorado? Se notaba triste y cansado. Me daba pena.
- Mira como estas- Tape mi boca con ambas manos. Debí haber puesto la peor cara posible ya que al verme abrió los ojos.
- Yo... Me encuentro bien-. Bufó con... ese acento de borracho.
- Entra ya- Lo tomé de los hombros y le hice caminar hacia el interior del departamento. Un hilo de recuerdo llegó a mí.  Esas tardes en aquel departamento de… Dios, porque pienso tonterías a veces.
- ¿Quieres?- Se acercó a la mesita de centro y me ofreció una botella.
- ¡Estás loco!- Le quité la botella de las manos. Caminé hasta lo que parecía ser era la habitación y entre al baño exclusivamente a botar el licor por el lavamanos.
- ! QUE HACES!- Gritó Billie en cambio corriendo tambaleante hasta donde me encontraba yo.
- ¿Acaso no lo ves?- Le mostré la botella vacía.
- Era un licor finísimo- Reclamó fulminándome con sus ojos.
- Que pena por ti-
- Dame eso- Sin pensarlo, se abalanzó sobre mí para quitarme la botella. Al tratar de zafarme de aquel ataque, di un par de pasos hacia atrás. Ya cuando me había dado cuenta estaba dentro de la tina del baño con la cortinilla entre mis manos y a Armstrong sobre mí.
-Eres un estúpido- Bufé enojada mientras le daba empujones tratando que se quitara -No se para que vine-.
-Yo si se- Levantó su rostro quedando a centímetros del mío con aquella sonrisa que a cualquiera derretiría. Con un ademan algo bruto tomo mi rostro y me besó con pasión. Esa combinación de alcohol con recuerdos anteriores era una tortura, ya me había olvidado lo que era estar con aquel hombre. Cuando ya había reaccionado comencé a empujarlo hacia atrás para que me dejara respirar.
- Estás loco- Dije con el rostro agachado, lo sentía arder.
- Y borracho- sonrió de oreja a oreja dejando entre ver esos dientes imperfectos.
- ¡Quítate ya, me estas ahogando!- Reclamé en cambio.
Con algo de dificultad Billie se levantó dentro de la tina y salió con uno que otro tropezón. Suspiré largamente y me dispuse a parar. La cabeza me dolía un poco. Era tan insoportable.
- Eso pasa cuando me quitas lo que es mío- Dijo amenazante apuntándome con un dedo mientras en la otra mano sostenía una nueva botella de licor.
- Vamos por favor no seas infantil- Me acerqué a él con la disposición de volver a quitarle la botella. -No hagas esto más patético-
- ¿Tú me encuentras patético?- Habló con la boca llena de alcohol mientras tragaba el sorbo de aquella botella. -Llegas y cambias mi vida no una... Si no que dos veces Emily. Como crees tú que puedo sentirme si de un día para otro mi vida se complica más-. Como dolió eso.
- ¿Estás diciendo que MIS hijos son un problema para ti?- Dije apretando los puños firmemente. Una que otra lágrima comenzó a caer sobre mi mejilla. -Porque crees tú entonces que no quise contarte nada. Soy y somos un maldito problema para ti- Si que me había hecho enojar.- No quería que mis hijos sufrieran y vieran lo patético que podría ser su padre- apreté los dientes con tanta fuerza que llegué a pensar que me sacaría la lengua si seguía así. El rostro de Billie se desfiguro en una horrible morisqueta de tristeza. -Tu vida es tan perfecta que hubiéramos sido una piedra más en tus zapatos-
-Emily no... No quise- espetó él en cambio dejando la maldita botella a un lado y dando un par den pasos hacia mí.
- Pero lo hiciste- Lo detuve colocando una mano en su pecho. Podía sentir lo agitado que estaba. Lo miré directo a los ojos con una rabia que cualquiera se hubiera espantado. -Traté de que mis hijos tuvieran una imagen paterna pero no pude-
-Soy un completo imbécil- Se sentó al borde de la cama y tomándose la cabeza y cara repetía una y otra vez aquellas palabras. Una pena inmensa comenzó a recorrer mi cuerpo. Necesitaba abrazarlo, no podía ser tan fría con él. No podía.
Me arrodille frente a él, quité las manos de su rostro y lo abrace.
- Lo siento- Me disculpe con él. -Se que debe ser difícil asimilar todo esto.
- Lo... es- Me apretó contra su pecho.
-!Hey!- Susurre alejándome un poco del abrazo. - Yo escogí hace 6 años con quien estar y con quien entregarme-. El color del rostro volvió a mí, lo sentí. -Yo decidí tener a los niños y no contarte nada por el bien tuyo y de tu familia-. Me miró fijamente con sus ojos verdes envueltos en un mar rojo. - Yo decidí ahora contarte todo y que mis niños puedan tener a su padre verdadero presente-.
El silencio invadió la habitación. Las miradas se cruzaban pero se sentía mejor asi.
-  ¿Estás mejor?- Pregunté. Él afirmó con la cabeza. - ¿Tienes hambre?-.
-  No gracias, ya he molestado mucho-. Me sonrió. - ¿Matt se quedó con los niños?-
-  No-. Le devolví la misma sonrisa ladeada. La cara de Armstrong se desfiguró por completo. – Tranquilo, una señora que me ayuda a cuidarlos está con ellos… Matt, me dejó- La necesidad de llorar al recordar que me había dejado me invadió por completo. No me había dado cuenta que las lagrimas habían salido sin mayor esfuerzo. Sentí como Bj apretaba sus manos por sobre mis hombros. – No es bueno guardar un secreto por mucho tiempo, ¿sabes?-
-  ¿Quieres quedarte a dormir hoy?- Preguntó él a los minutos. La borrachera lo tenía mal. Pude ver a través de su rostro que no le había gustado la forma en que lo había mirado. – Tranquila fiera. No es lo que piensas-.
-  No puedo confiar en ti, aún-. Bufé mientras limpiaba los restos de lagrimas que habían caído por mis mejillas.
-  Dame una oportunidad- Rogó él en cambio.
-  Estás tan tomado que no sabes lo que dices-. Reí burlonamente
-  Vamos… No es TANTO lo que estoy subido en alcohol-.
-  Prométeme que cambiarás-. No sabía que mierda estaba haciendo. Por un lado lloraba por haber perdido contacto alguno con Matt, y mi otro lado… quería quedarse con Armstrong. “Parezco niña de 15 años”, ironice hacia mis internos.
-  Lo juro por lo más sagrado que puede haber entre los dos-. Dijo mientras que con una mano levantada y la otra ubicada en su pecho hizo un ademán de juramento.
-  Está bien-.
Me levanté del suelo, limpié mis medias y me saqué el abrigo que me había colocado para el frío. Todo siendo monitoreado por las miradas perdidas de Armstrong. Controlé mis nervios y traté de ignorar aquellas miradas que me hacían colocar de un color rojo intenso las mejillas.
-  Tu acuéstate- Le dije sin mirar, mientras recogía un poco de basura tirada en el suelo de la habitación.  Arremangué mi blusa hasta los codos y con algo de limpia piso comencé a pasarlo con un trapo y una escoba. – ¡ESPERA!- Grité al ver que Bj se estaba sacando los pantalones. Dios, como era de terco. –Que dijimos-.
-  No creerás que dormiré así- Apuntó hacia su ropa puesta.
-  Ohhh sí, claro que puedes-  Colocó sus ojos blancos y con una morisqueta en su cara se tiró a la cama.
Caminé hasta la cocina y me la pasé un rato tratando de limpiar el poco de loza que Armstrong poseía en su vajilla. Ordené todo como debía estar y apagué las luces. El living era peor aún, “Como puede vivir así” comenté hacia mi misma mientras observaba la cantidad de objetos, basura y ropa tirada sobre los sofás. “No me pasaré toda la noche limpiando todo esto”, gruñé internamente.
Viendo que no había solución alguna en relación al orden del living, me dispuse a caminar hacia el dormitorio.
-  El living es un… - No pude terminar la frase ya que Armstrong se encontraba ya dormido, con ronquidos y toda la cosa. Era muy chistoso verlo dormir. Me acerqué a el y con delicadeza lo tapé con el  edredón de la cama.
Me senté con sumo cuidado por el borde de la cama y me quité los tacones que llevaba. Tacones… quien iba a imaginar que alguien como yo, con unos gustos tan extraños en mi adolescencia iba a pensar andar con falda, blusa y zapatos altos. Si algo aprendí de trabajar con Jeremy era que debía aprender a vestirme “para la ocasión”, no tenía como discutir con él esos temas ya que de inmediato dejaba de hablarte por semanas. Todo un dramático.
Apagué la luz de la lámpara que estaba a un costado de la cama, sobre una mesita de noche. Acomodé la almohada y me recosté tapándome solamente las piernas. Podía sentir la respiración de Armstrong sobre mi nuca. “Sólo esta vez Emily… por el amor de dios”, me recriminé. De pronto sentí como uno de sus brazos me rodeaba el abdomen, “Contrólate, no lo empujes”. Inhalé una gran bocanada de aire y cerré los ojos tratando de conciliar el sueño.