martes, 31 de mayo de 2011

Capítulo 10: No hay de que temer.


¿Sería acaso la misma niña?, solo lo podría saber una vez que se girara para verla.

- ¡Qué mierda…!-. Exclamó la chica, una vez que sintió algo por sobre su brazo. Los ojos de Emily se abrieron enormemente y su corazón agitado aún por la corrida comenzaba otra vez a golpetear rápidamente. - ¿¡Qué hace!?- No debía de tener más de doce años, aún así se hacía notar como si fuera toda una adolecente.

- Yo… yo… Perdón, Sofía-. Dijo en cambio la mayor, aun con el aliento entrecortado.

- ¿Perdón?-. Espetó en cambio la chica, tratando de zafarse de la forma menos sutil de la mano que la sujetaba.- ¿Co-cómo sabe mi nombre?-. Emily le sonrió amargamente, mientras sacaba su mano desde el brazo de la chica.

- ¿No me reconoces?-. La menor negó efusivamente con la cabeza, aferrándose más aún al pilar de libros en sus Brazos.

- Dígame quien es oh… oh llamo a la policía-. Respondió desafiante

- No te asustes, no te hare nada malo. So-solo es la impresión… -.

La chica la miraba con una serenidad en los ojos que le hacia crecer aun mas las ansias de expulsar todo. De decir que era ella la misma chica que hacía más de seis años se había ido de la nada… sin ninguna explicación fiable para ella.

Dio unos pasos hacia la menor, con las manos a los costados y los puños apretados. Reprimía en su garganta las ganas de querer llorar, no podía dar paso a eso… no ahora, por lo menos.

- Insisto, si no me dice quien es deberé llamar a la policía-. Volvía a amenazar quien debería ser Sophie

- Me llamo Emily-. Susurró a penas

- ¿Qué?-.

- Que me llamo Emily-. Repitió más fuertemente, tragando saliva con dificultad luego.- No creo que logres…-.

- ¿E-Emily?. Emily cuanto-. Exigió la menor con un dejo de sorpresa en sus ojos. Sus ojos vagaron por toda la figura de la mujer, tratando de buscar alguna señal de poder saber quién era ella.

Emily esbozó una sonrisa satisfactoria.

- Grant-. Fuerte y claro. -Soy yo Sophie, ¿logras recordarme?-. La pequeña se tapó la boca, tratando de reprimir un grito de sorpresa. ¿Podría ser?

- No, no, no… Emily murió hace cinco años, est…-.

La sonrisa de Emily se enanchó al escuchar tamaña mentira. “Así que me preferían muerta”, pensó mientras una pequeña lágrima resbalo por su mejilla. Con el bordillo de la mano se la limpió efusivamente e hizo como que nada hubiera pasado.

- No hay de que temer Sophie-. Le interrumpió la mayor. –Ya nada importa, ¿o sí?-.

La chica había bajado la mirada, tratando de que la mujer que tenía delante no la viera como estaba llorando. ¿Acaso su madre podría ser tan cruel como para poder inventar algo así?, la verdad, no lo creía. Pero algo, algún impulso dentro le hacia crear lo contrario.

Recordó como había sido su madre con su hermana mayor durante los escasos años de conciencia. Ninguna muestra de amor hacia ella.

Levantó la vista aun con los ojos nublados por las lágrimas y observó a quien decía ser su hermana. Rara vez lograba acordarse de ella, pero siempre trataba de hacer que su madre le hablara de ella. Buscar fotografías de ella. Alguna señal de recuerdo.

- ¡Claro que si!-. Dijo despegando los labios. –TU… llegas y dices que-que eres Emy así como así. ¿Cómo me puedes garantizar que eres quien dices ser?-.

La mayor, aun sorprendida por lo expresiva que era aquella niña; no sabia que decir. Las palabras se le hacían vagas en su subconsciente.

- Re-recuerdo que tenias un osito que solías llevar a todos lados. No dejabas que nadie lo tocara excepto yo y mamá. Charlotte-. Espetó Emy luego de un silencio largo. – También recuerdo que durante los primeros días de escuela [el mismo año en que desaparecí] te habías hecho amiga de… de…-. Pero no pudo seguir, el tan solo nombrarlo ya era un esfuerzo sobrehumano para ella.

- ¿De?-. Insistió la menor, mordiéndose levemente el labio inferior. Ya ni frio sentía luego de aquellas palabras.

- De Billie Joe-. Dijo Emily, agachando sutilmente la cabeza.

El silencio volvió a envolverlas, dejando un clima de suma impaciencia en ambas. Emily ya no podía hablar más… y Sofía… Sofía no lograba comprender que pasaba.

La menor; aún sujetando los libros por sobre sus brazos, se sentó en la vereda de la calle, ignorando por completo lo helado que podría estar el asfalto.

Todos los movimientos eran fríamente vigilados por los ojos impacientes de Emily. No lograba saber si le había creído fielmente, o que… había entrado en un shock. Lo último la había asustado.

Sin saber que hacia tomó posición al lado de la chica, quien no despegaba la vista desde al frente.

- ¿So-Sophie?-. La llamó sutilmente Emily. Hecho su cuerpo lentamente hacia delante, tratando de poder verle el rostro.- ¿Estas bien?-.

Esa fue la chista que hizo traer a tierra firme a la chica. Rápidamente giró su rostro hacia quien se encontraba a su lado. Le sonrió toscamente.

- ¿Si estoy bien?... ¿tú crees que estaría bien si alguien se aparece de la nada y me dice que la que yo suponía que era mi hermana muerta, no lo es?. Que… que aunque no tenga mucha memoria de lo que fueron los últimos años con ella, de vez en cuando le lloraba-. Emily, aun sumida en el impacto de escuchar hablar así a Sophie se negaba y se reprimía a poder abrazarla. No quería hacer sentir peor a la chica.

Sofía volvió a sonreír toscamente, suspirando largamente.

- Creo que no estoy bien-.

- Entiendo que estés… confundida, y no te presionaré. Solo… solo quería que supieras en parte la verdad-. Sophie entrejuntó las cejas casi dejándolas toparse una con otra.

- ¿parte?-. Interrogó incrédula.

Fue el momento de Emily para sonreír apenas. Su madre la había borrado de su vida y por ende todo lo que tuviera que ver con ella.

- Tiempo al tiempo-. Dijo la mayor.- Cuando sea prudente podré contarte todo, ahora… ya es tarde y creo que Mary te retará si no llegas a la hora-.

- Creo que también tendré que ponerte al día-. Repitió ya con un humor más liviano la menor. Fue el turno de Emily de abrir levemente los ojos asombrada.- Vivo con papá-.

- ¿Y Mary?-. Preguntó exaltada Emily.

Antes de responder alguna otra cosa, Sophie se zafó de su mochila en los hombros y con rapidez rebuscó en su interior sacando segundos después un cuaderno y un lápiz. Escribió algo que luego le estiró a Emily.

- ¿Qué-que es?-. Miraba alternadamente tanto al papel como a su pequeña hermana.

- Mi teléfono, el de papá y la dirección del departamento-.

- Gracias-. Dijo sorprendida Emily recibiendo de una vez el papel y echándole una hojeada rápida.- ¿Te puedo pedir un último favor?-. Sofía asintió afirmativamente.- No le digas a papá que estoy acá-.

- ¡¿Por qué?!-. Exclamó asombrada la chica. De las tantas confusiones que tenía, una más en su lista no era de esperarse.

- Promételo…-.

- Lo haré-.

Sentirse aliviada era poco en comparación a lo que sentía realmente en su pecho. Debajo del techo que la cubría junto con Jeremy se le hacía muy bajo, y las paredes… angostas.

Luego de dejar a Sophie en la parada de autobuses el camino al hotel se le hizo corto. No dejo que los regaños de Jery llegaran a su subconsciente y mucho menos el ensordecedor sonido del teléfono sonando. Era un hueco tan grande que había completado hoy que lo único que deseaba era tirarse a la cama y esperar a que el sol volviera a salir, avisando que un nuevo día comenzaría.

- Es Matt-. Comentó apoyado en el umbral de la puerta del dormitorio Jeremy, sujetando con la mano derecha en auricular inalámbrico.

Pensó en decirle que no estaba… pero no podía ser más irresponsable. Debía saber algo de sus hijos… y de él también, obviamente.

Apoyó las manos en el colchón, dándose impulso para pararse y cogió desde las manos de su amigo el teléfono.

- ¿Emily?-.

- Hola Matt-. Saludó tratando de sonar lo más convincente posible.

- ¿Qué pasa Emy?, no me digas que nada porque sé que a Jeremy si le pasa algo contigo-. Quiso saber con autoridad Matt desde la otra línea.

- No-no pasa nada, de verdad-. Sonrió tratando de convencerlo. Siendo inútil ya que no lo podía ver. Vio a Jeremy negar con la cabeza mientras cerraba la puerta detrás de sí.

- Se fue Jeremy…-. Sonó mas a afirmativo que a una simple pregunta. La conocía tan bien que hasta en las mínimas mentiras lograba pillarla.- Ahora… ¿puedes decirle que pasa?-.

Emily no sabía ni cómo empezar… se mordía continuamente el labio superior tratando de reprimir muchas de las cosas que por su cabeza pasaban. Dejando tan solo escapar las sutiles.

Por un instante pensó en que qué pasaría si dijera todo… de que servía callar mas todo. Recordó el ejemplo de su hermana, de lo crudo que debió haber sido para ella enterarse de una verdad. Se imaginó a sus hijos y de cuál sería la reacción de ellos ante la inminente verdad de su padre… que pasaría con el mismo tipo ¿Sería perdonada?, claro que no… ¿podría seguir con su vida de forma más tranquila, sabiendo que todos le tendrán rencor?, por supuesto que no… entonces ¿Qué mierda estaba haciendo?, no lo sabía.

Lo que menos deseaba era ganarse el odio y reproche de sus hijos, tanto como ella aun los sentía con su madre -aun que muy en el fondo trataba de dar vuelta la página-.

Agitó vagamente la cabeza, tratando de hacer callar las voces en su cabeza y colocó atención a lo que pasaba en su alrededor. La habitación volvía a ser para ella un lugar grande, ya no sentía aquel alivio en el pecho. “Una de las tantas verdades ya salió”, se reprochó mentalmente dándose ánimos vagos. “No te enloquezcas en la idea de que, si ahora has podido decir una de ellas, puedes sacar a flote mas… espera un poco”.

- ¿Más calmada?-. Escuchó que hablaban desde el tubo que sujetaba con su mano derecha. Desvió la mirada desde la lámpara y la dirigió al aparato, colocándoselo luego en la oreja.

- Vi a Sofía-. Soltó con cierta reprimenda de lágrimas.

Todo volvió al silencio…

- ¿Qué-que dices?-. Dijo Matt sorprendido.

- Aun no lo creo, pero no te imaginas como me siento-.

- Claro que no amor-. Suspiró con cierta obviedad.- Yo solo… solo no lo creo. ¿Cómo has dado con ella?-. Con los pocos ánimos que encontró dentro suyo le relató en pequeños saltos del tiempo lo como era que se había topado con ella.

- ¿Y bien?-. Preguntó Emily luego de un tenaz silencio.

- No sé qué decir-. Respondió con cierta risita nerviosa.- ¿Tu estas bien?-.

- Dentro de todo lo que se puede decir bien… no, pero lo supero-.

- ¿Volverás a verla?-.

- Me ha dado la dirección del departamento en donde vive con George… no sé si pueda ir-. Dijo al último cabizbaja.

- ¡Claro que iras!-. Le animó Matt con entusiasmo.- Es TU familia Emy, aun que sea tu hermanita-.

- Gracias-. Espetó sonriéndole al teléfono. Matt siempre lograba sacarle alguna pequeña sonrisa y de alguna manera los pensamientos que hacia minutos la inundaban, habían desaparecidos.

- Te extraño-. Confesó con sutil ternura Mathew. Habían pasado tan solo tres días y ya sentía aquel vacio ya conocido.- Los chicos no paran de preguntar que cuando regresas y como siempre debo inventarles algo. Chuck ya no está enojada contigo, pero sabes cómo es su carácter-.

Sonrió más ampliamente al recordar a sus pequeños. Faltaba tan poco para poder pasar con ellos las navidades, que dos o tres días mas ya no le importaban.

- Diles que en menos de una semana estaré ya en casa… necesito verlos-.

- ¿A que no sabes con quien me he encontrado en el Central Park?-. Dijo con una voz lo más entusiasta posible, provocando que Emily riera a carcajadas. Ya estaba de mejor humor y una que otra noticia que le diera su novio, la verdad, no importaba mucho. Ya había superado lo de su hermana… por hoy.

- No lo sé… dímelo tu-.

- a Armstrong-.

Sintió que su cerebro procesaba lentamente la información necesaria. ¿Qué había sido lo que acababa de escuchar?. Controló su respiración, pero una pequeña punzada en el corazón la hacía volver a la realidad.

Trataba de olvidar por completo la tamaña idea que había tenido en un principio, y ahora se le asomaba como una posible sugerencia.

lunes, 16 de mayo de 2011

Capítulo 9: Arrepentimientos...




Llevaba más de dos horas parada sobre el balcón de su habitación, observando absorta como el sol comenzaba a asomarse escasamente detrás de los edificios contiguos. Aun no podía conciliar y sueño, por lo que ya era su quinto cigarrillo que se llevaba a la boca.

Exhalaba el humo con impaciencia, tratando de conseguir algo que ni ella misma sabia. De tan solo recordar lo escasamente cerca que estuvo de recuperar parte de su pasado la hacia tiritar levemente provocándole pequeños espasmos.

Tiró la colilla del cigarro al piso y dejo escapar la última bocanada de humo. Debían no ser mas de las ocho y media de la mañana… aun no podría llamar a casa, no para molestar ni despertar a los chicos. Por lo mismo, dejaba escapar la idea de tomar el auricular del teléfono y marcar, aun así la idea de recordar lo que había pasado la noche anterior… Le parecía absurdo hasta infantil su actitud. Ya no era la misma mujer de hace cinco años y debía de comportarse como la mujer de edad a la que representaba ahora.

Si solo hubiera corrido un poco más”, se reprochaba esbozando una sonrisa tosca. “Ya basta… no lo hiciste así que cállate”.

- ¿Qué hora es?-. Escucho hacia sus espaldas con una voz que indicaban que aun no despertaban. Miró por detrás de sus espaldas y se encontró con el rostro desorbitado de Jeremy.- ¿Qué haces levantada?.

- Hola Jery, corazón… son las ocho y algo de la madrugada-. Le dijo la chica con un tono burlón. Se giro completamente y caminó hacia su amigo.- No podía dormir-.

- ¿Sabes a qué hora debemos estar en el estudio?-. Preguntó él en cambio, recuperándose paulatinamente del sueño.

- ¿diez y media?-. El chico explotó en una carcajada.- ¿De que te ríes?-.

- A las nueve debemos estar ahí… o más bien tú. Recuerda que George te dejo a ti encargada de las primeras fotos-. “¡QUE IDIOTA!”, pensó ofensivamente hacia ella.

Ignoro las risas que venían por parte de Jeremy y en torpes pasos avanzó por el pasillo. Regresó a su habitación y tomó las primeras prendas de la maleta. Cruzó el pasillo nuevamente para poder ingresar al baño, pero antes de haber ingresado espetó con un tono no muy simpático.

- Me las pagarás Jery-. Y antes de escuchar alguna respuesta, ingresó a la ducha.

**

- ¿Qué pasa Emily?-. Le preguntaron a sus espaldas, sacándola por completo de sus pensamientos. Se giró levemente y observó a quien la había llamado. Dejó sobre la mesa la cámara fotográfica y le sonrió.

- Nada Michelle… solo deja tomar algo más y nos vamos-. Dijo ignorando por completo la mirada estudiosa de la chica.

Respiró profundamente y despejó su mente. Pidió que le movieran un par de cosas a la camioneta y una vez todo listo –luego de pedir perdón por su demora- se subió junto a Michelle –una de las chicas que hacia la práctica – y el chofer, Mark.

**

El sol se asomaba por una suave rendija de la cortina, comenzando a darle por sobre los ojos, haciendo un poco molesto la sensación. Se removió perezosamente desde la cama y con algo más que sueño, comenzó a estirarse. No sabía cuánto tiempo había logrado dormir… cuatro, cinco horas; no lo recordaba. Solo lograba captar que la noche anterior no lo había pasado tan mal.

Luego de llegar a la casa todo empapado por la lluvia repentina, cogió algo de ropa seca desde el armario y se encaminó hacia el baño. No tardó mucho en salir y decidir qué hacer. No estaba de humor para quedarse echado sobre el sillón, con una botella de cerveza y mirando mierda en la T.V.

Retiró las llaves desde la fuente en donde las había dejado, agarró su chaqueta y se encaminó hacia cualquier mejor lugar. No le fue difícil encontrar algún bar abierto. De noche y por Nueva York, donde uno caminara se encontraría algún lugar en donde tomar algo. Al ingresar, el olor a cigarrillo le golpeo el rostro, haciéndole dejar escapar una sonrisa de autosuficiencia. Buscó un lugar cómodo en donde sentarse –preferentemente en la barra- y pidió su orden a una chica que estaba detrás del tablón.

Su cabeza comenzó a girarle levemente y pequeñas punzadas comenzaron a molestarle. Con algo de dificultad se quitó el cubrecama de encima y camino a pasos arrastrados hacia el baño. Algo le anunciaba que debía ir al baño, y así fue. En unos escasos segundo logró llegar al lavamanos y una fuerza sobre su estómago acompañada de arcadas en su garganta le hicieron devolver desde su interior lo que había logrado tomar la noche anterior.

Se remojó la cara una vez que se sintió mejor y tomó su cepillo para quitarse el mal sabor de su boca. “Me alegro de no haber hecho algo más estúpido”, pensó Billie Joe mientras se observaba detalladamente en el espejo. Una que otra cana blanca comenzaba a asomarse por su cabello oscuro. Ya sería hora para poder cambiarse de color.

¿Hace cuanto que no se sentía con la libertad de tomar y llegar a casa sin que Addie lo regañara?. Pues hace mucho… o más bien ¿hace cuanto que lograba hacer lo que él quisiera?.

El estruendoso sonido del teléfono lo hizo volver a la realidad vagamente. Agitó levemente la cabeza, tratando de ese modo poder sacarse las ideas. Salió del cuarto de baño y desde su propia habitación y cogió el auricular del aparato aquel que hacia ruido.

- ¿Diga?-. Espetó con la voz un poco seca.

- ¿Billie Joe?. Gracias a todos los cielos… ¿Dónde estas?-. Aquella voz la reconocería aún que tuviera los oídos levemente tapados.

- Hola Tre, tanto tiempo sin hablar contigo. ¿Cómo están las vacaciones con franquito?-. Se escuchó un sonoro suspiro, seguido de un pequeño silencio.- Estoy en Nueva York-.

Sabía que seria regañado por… ¿decima vez?, ya no lo recordaba bien. Podría estar cometiendo alguna estupidez, y antes de poder cometerla sus amigos saltarían a por él.

- ¿Se podría saber que haces tu ahí?. Recibí una llamada de Addie diciéndome que habías disque HUIDO de casa…-. Esbozó una tosca sonrisa al recordar lo preocupada que solía ser su eighty, como suele llamarla a veces. Perfectamente sabía que ella estaba para él, como él estaba para ella. Solo que solía comportarse como un pequeño idiota. Sabias palabras de su persona.- Y luego tengo millones de llamadas en el buzón de voz de Mike pidiéndome una y otra vez que si sabía algo de ti que le avisara. ¿En qué mierda te has metido y yo no tengo el agrado de saber?-.

- No es nada Tre… ya sabes cómo es Mike de exagerado-. Le explicó sutilmente.- Solo tome vacaciones temporales, nada del otro mundo, querido-.

- Problemas con Addie otra vez-. Había Sonado mas afirmativo que pregunta.

- No-no es eso… solo que no estoy bien. YO soy el del problema.

- Dude, tu siempre eres el problema-. Espetó con una risita su amigo desde el otro lado de la línea.- Cuídate-.

- Como si fuera a hacer algo malo-. Espetó de forma ofendida, rotando los ojos.

- De igual forma… tráeme un recuerdo-.

- Lo tendré presente-.

Y la comunicación se cortó. Le agradaba la idea de saber que sus amigos lograban preocuparse por él.

Dejó el auricular en su lugar y se dirigió nuevamente a su cama. La cabeza le iba a explotar si en ese instante no cerraba los ojos.

**

Tomó la última foto que le faltaba al rollo de cinta y dejó la cámara a u costado. Llevaba todo el día en aquel sitio y desperdiciar un tiempo de libertad sería una estupidez. Le avisó a Michelle que descansaría un rato y se alejó del grupo.

No sabía perfectamente donde estaban porque Mark no quiso que decir nada hasta que llegaron; el lugar era hermosamente jodido. Era un mirador hacia las afueras de la Gran ciudad, de eso estaba segura. Había estado tan concentrada en su trabajo que no se había dado el tiempo de observar lo que la naturaleza misma le entregaba.

Miró detrás de su hombro y una vez que se percató de que nadie la estuviera viendo avanzó a paso firme hasta el ‘último rincón.

Aquel aire tan puro la embriago por completo, dejándola por unos instantes con los ojos cerrados. Al instante las imágenes de su familia fueron fiel recuerdo en su mente. “¿A que nunca podré vivir en paz?”, pensó mientras esbozaba una pequeña sonrisa torcida.

Claro que no, eso sería como querer borrar todo en su vida. Porque aunque ella mas se negara, el fiel recuerdo de sus padres estaban ahí. No sentía rencor, no sentía dolor, solo era una mezcla de sabor amargo y un poco de remordimiento… sobre ella. ¿Qué hubiera pasado si las cosas no hubiesen pasad como de verdad lo fue?. La sola idea de pensar en no tener a sus hijos la hizo estremecer. De igual forma, no vivía tan mal… estaba tratando de hacer una vida con alguien a quien en lo más profundo de su corazón quería, y junto a sus pequeños, parecía ser que era feliz. Pero tampoco se debe ser tan mala persona como para no recordarlo.

Billie Joe siempre estaría ahí, ya fuese en la sonrisa diminuta de Nicholas, como en los profundos ojos verdes de su Chuck.

- ¡EMMY, NOS VAMOS!-. Gritaron a unos cuantos metros de ella. Michelle agitaba animadamente el brazo por sobre su cabeza, tratando de llamar así su atención.

Guió su mirada hacia la chica y con un diminuto movimiento de mano le hizo ver que la había escuchado. Miró por última vez aquel mirador y dejó que su mente se empapara de aquella imagen.

Llevaban más de una hora en la camioneta de la compañía, todo entre risas y chistes animados. Todos atentos a lo que cada uno hacía, menos Emily. Con la mirada perdida hacia las calles vagas que comenzaban a aparecer a su vista estaba pensando en llegar al departamento y hablar con Matt, necesitaba algo de voz familiar.

La camioneta giró hacia una esquina y en un dos por tres se encontraba… ella se encontraba en la misma avenida en donde la noche anterior habían estado ella y Jeremy paseando y viendo por las vitrinas de las tiendas. Un escalofrío le recorrió la espalda de tan solo imaginarse que podría encontrarse con la supuesta Sophie que no había podido agarrar.

Su corazón palpitó a galope cuando en una de las esquinas a los costados del camino una chica de expresión asustadiza y con unos libros en las manos esperaba que los autos terminaran de pasar.

- Mark, ¡para!-. Gritó extasiada Emily, haciendo que todos; quienes hacia unos segundos reían, la miraran con cara espantada.- Debo bajar aquí… para por favor-.

- ¿Qué paso Emmy?-. Preguntó Michelle a su costado, tomándola ligeramente del brazo. La chica no dijo nada, solo le dio una mirada significativa.- Mark, para-. Espetó luego

La camioneta frenó lo más rápido que pudo, llevándose consigo un ruido insoportable.

Emily tomó su bolso y antes de poder abrir la puerta del automóvil, le sonrió ampliamente a Michelle, tratando de indicarle las gracias. Bajó y observó a la camioneta hasta que se perdió por la esquina. Volvió a tomar unos grandes sorbos de aire antes de poder correr.

Nunca había sentido sus piernas más ágiles desde los mismos tiempos de la escuela. Ni siquiera sabía que realmente estaba haciendo, solo sabía que sus piernas se movían sincrónicamente y que su brazo; ya estando a una distancia prudente, agarró la abultada chaqueta de la chica.